Cuando leemos o escuchamos por primera vez las palabras dilatadores vaginales nos llenamos de dudas, yo lo primero que pensé fue que si no podía introducir un dedo o un tampón en mi vagina, cómo iban a entrar esos dilatadores que se veían tan grandes, de hecho esto fue lo que dije cuando comencé mi terapia psicológica, ya que pensaba que nunca sería capaz de poder realizar una terapia física yo misma. En ese momento no sabía lo mucho que me equivocaba.
Luego de mi terapia psicológica, que me ayudó muchísimo en varios aspectos de mi vida, pero no en lo físico, ya que mi vagina seguía exactamente igual de contraída (luego les escribo sobre esto), comencé a plantearme nuevas posibilidades que me parecían imposibles de lograr, pero tal era mi desesperación que esto no me detuvo a plantearme un giro en el abordaje de mi vaginismo.
Lo ideal para mí era contar con la ayuda de un fisioterapeuta de suelo pélvico, sin embargo, tuve la mala suerte de no contar con ninguno cerca de casa que pudiera ayudarme, fui a varios pero por tener un vaginismo primario ninguno me ofreció la terapia física que buscaba, preferían trabajar con vaginismos secundarios, la mayoría de ellos por partos complicados, supongo que se sentían más cómodos con mujeres que tenían una explicación de la causa de su vaginismo, al parecer las mujeres como yo, con un vaginismo primario, que no tenemos ni idea del por qué sufrimos esta disfunción sexual y que nunca hemos podido introducir nada en nuestra vagina le damos miedo a algunos fisioterapeutas de suelo pélvico o ginecólogos, y no los culpo, yo sé muy bien lo que es verse al espejo y estar aterrada por no entenderme, por no reconocerme, por sentir extraño mi propio cuerpo.
Y así desesperanzada, sola, con mucha ansiedad y miedo, luego de pasar una crisis muy muy triste, luego de tocar fondo, de ocasionarme una cefalea tensional, por el estrés y el caos que estaba sintiendo, decidí probar como último recurso los famosos dilatadores yo sola en casa.
Pedí los dilatadores por una página web, cuando llegaron a casa y los vi, me dije, será imposible, pero no tengo nada que perder, voy a intentarlo. Seguí las instrucciones básicas de relajación, ejercicios de kegel, ver en el espejo la vulva y la entrada vaginal, respiraciones profundas y la desensibilización de toda la zona genital; todo esto antes de intentar la dilatación. Estuve una semana preparándome con todo lo mencionado antes para la primera inserción con el dilatador más pequeño.
Como ya mencioné en un post anterior Primera inserción, lo primero que entró a mi vagina fue un bastoncillo de oídos. Una vez superado ese reto, ya lo siguiente era conseguir que entrara el dilatador número 1, el más pequeño, más o menos del tamaño y grosor del dedo índice, en este momento sonrío recordando lo aterrada que estaba: me sudaban las manos hasta gotear, comencé a tensar los glúteos y el abdomen, me sentía igual que cuando pasaba horas en el baño intentando introducir un tampón sin éxito. Por un momento creí que sería imposible, el no puedo retumbaba en mi mente, estaba paralizada, sola, recostada en mi cama, desnuda de la cintura para abajo, con escalofríos... cuantas emociones podemos llegar a sentir al mismo tiempo...
Lloré un poco... y eso me hizo recordar que esta era mi última oportunidad, pensé en todo lo vivido hasta ese momento, en tantas puertas cerradas, en lo tanto que deseaba respirar aires de libertad, y cogí fuerzas, me propuse sólo intentarlo una vez, si empujaba muy suave hacia mi vagina y no entraba, o me dolía o sentía de nuevo ese muro que me hacía imposible imaginar mi vagina como una cavidad donde es posible que entrara un pene, iba a detenerme e intentarlo al día siguiente, sin presionarme, porque era demasiado, me sobrepasaba la situación. Me di unos cinco minutos para secarme las lágrimas, respirar controladamente y relajar mi cuerpo; me decía sí puedo, esta vez en voz alta, con inseguridad al comienzo, luego ya más convencida, veía mi vulva y seguía insistiendo en empoderarme, en tomar el control de todo mi cuerpo, en poder relajar y contraer cuando yo quiera y no cuando mi cuerpo actúe como si yo y mis deseos no contaran. Pasaron unos quince minutos, y esta vez vi al dilatador más pequeño que en ese momento para mí era gigante, como un amigo, le eché mucho lubricante y con una exhalación y una relajación de los ejercicios de Kegel, empujé, tenía los ojos muy abiertos y mi mandíbula apretada, y sentí el frío de lubricante y algo diferente, raro, un poco incómodo... Había entrado, sin dolor, el dilatador ya estaba por la mitad y yo en shock, incrédula, decidí seguir empujando con mucha delicadeza y conseguí introducirlo completamente...Lo tuve dentro sólo cinco minutos, lo saqué suavemente y comencé a llorar, esta vez de mucha felicidad y satisfacción.
Cuando pude asimilar que había entrado un dilatador del tamaño de mi dedo índice a mi vagina, sin ningún tipo de dolor ni de presión, supe que podía lograr hacer mi tratamiento físico sola en casa, escuchándome, conociéndome, a mi ritmo. Pude confirmar que puedo controlar mis músculos a mi antojo, pasar de estar tan aterrada a poder relajar en cuestión de segundos me hizo creer en mí, pude entender que es más fácil de lo que parece, comencé a ver los dilatadores con su tamaño real no como gigantes amenazantes.
A partir de ese momento, mi terapia con los dilatadores fue avanzando poco a poco, me encontré con algunas dificultades, creí retroceder muchas veces, me estanqué, avancé rápido y lento, conocí mi cuerpo a través de ellos, descubrí diferencias de mi vagina dependiendo de la etapa del ciclo menstrual en el que me encontraba, o dependiendo de mi estado de ánimo. Lo que les puedo asegurar es que son necesarios, vitales y básicos para superar el vaginismo, que no duelen, si hay dolor debemos detenernos y hacer otro tipo de ejercicios o utilizar un dilatador de menor tamaño hasta poder avanzar al siguiente. No son traumáticos, son nuestros aliados, los que nos permiten avanzar, los que nos enseñan lo elástica y flexible que es nuestra vagina.
Quiero concluir diciéndote que lo que te imaginas es muchísimo peor de lo que realmente es, que tus deseos y sueños sean más grandes que el miedo a los dilatadores, confía en que si tu vagina está diseñada para recibir distintos tamaños de penes o para dar a luz, soportará sin ningún esfuerzo esos primeros dilatadores, un tampón o tus dedos. No dejes pasar más tiempo y comienza ¡ya!
Un abrazo con muchísimo cariño, por favor si tienen dudas, inquietudes u opiniones que compartir dejen sus comentarios, si quieres realizar una consulta privada el correo infovaginismo@gmail.com está siempre a tu disposición. Seguiré ampliando el tema de la terapia física en mis próximas publicaciones ¡Hasta pronto!