Photo by Warren Wong on Unsplash
|
Gracias Silvana, por abrir tu corazón a esta comunidad de supermujeres. Gracias por tanto cariño, por tu confianza, por tus ganas, por tu valentía y muchísimas felicidades por haber derrumbado el muro de tu vagina después de tan largos años.
Yo, y mi Vaginismo.
Nada puede ser mas traumático que
la decisión de cargar con el trauma para toda la eternidad.
En eso estaba yo, un poco
por ignorancia y mucho por decisión.
El vaginismo era como mi
definición. Si, empezó allá hace tanto tiempo, tanto que no puedo
pensarme sin él. De hecho, empezó cuando yo todavía no sabía que
existiera algo así, y ahí supe que, sin duda alguna, yo era un ser
anormal, sin dudas había nacido con un agujero menos.
Lo malo de esto, es
que no tenemos herramientas para salir pronto del lugar de
"anormales", muy por el contrario, nuestro entorno, los ginecólogos
(ya explicare porque lo digo), los psicólogos y psiquiatras, el tiempo que sigue
corriendo, la mala información (mala de verdad: mala por escasa y mala por
errónea), muchas veces nuestras propias parejas, nos hunden cada vez más
en una especie de laberinto al que es imposible imaginarle una
salida.
Tal parece que la disfunción
sexual sólo es masculina. Lo nuestro es capricho, es tan
insignificante que no le cabe la definición de disfunción. Que loco, ¿no?
Nos vemos y sentimos tan
solas, tan terriblemente solas, abandonadas a nuestra suerte, que
nuestra vida cambia para siempre.
Cuántas mujeres sufrimos hoy vaginismo,
en todas sus variantes. Solas, sin saber qué hacer, ni a donde
recurrir.
Adentrándome un poco en mi
experiencia: no tuve relaciones prematrimoniales, porque yo no quise (y después
me di cuenta por qué no quería, ya en mi interior sabía que no iba a
poder, sin siquiera haberlo intentado). Y me case. Y no
pude. Esto hizo de mi vida un infierno, porque: ¿qué podía hacer yo
si no podía??????
Recurrí al ginecólogo de
toda mi familia, con la absoluta seguridad de que me iba a decir que yo no
era normal. Y no, no solo no dijo nada, sino que me hizo
acostar en la camilla de su consultorio, y con mi esposo presente, pretendió
solucionar "mi no poder" introduciendo su dedo.
Solo voy a agregar a esta anécdota, que
casi me desmayo, de dolor, de incomodidad, de sentirme abusada. Como
obviamente y afortunadamente no consiguió su objetivo, su veredicto frente
a este tema es que: Yo debía entregarme a mi marido, que lo que me pasaba
era que yo no le tenía confianza. Definición que también me dio delante
de él.
Salí de ahí
abochornada, dolida, frustrada, culposa, y más convencida que
nunca que era un tema que no iba a poder resolver nunca.
Visite a otro ginecólogo y
lo único que hizo fue recomendarme terapia.
Recurrí a terapia, a
una psiquiatra, terapia que se abocó a la relación con mi mamá. Tal vez era
interesante, pero de ahí nunca pudimos salir.
Continué recorriendo psicólogos,
y lo mismo.
Nadie, nunca, en
todo este tiempo se detuvo a preguntarme que me pasaba a mí conmigo, qué quería
yo de mí, qué estaba dispuesta a hacer. Nadie, nunca todo este
tiempo demostró tener idea de lo que es el vaginismo.
Y, lo peor es que juegan a
saber, y hablan y dictaminan con tanta seguridad, que nos terminan convenciendo
de lo que ellos "juegan a saber".
Tal vez, yo
creo, que profesionales de estos que menciono, deberían al menos
intentar averiguar, intentar informarse, estudiar, no
inventar.
Si ellos supieran la frustración
que nos genera experimentar en cada una de estas consultas, que nadie puede
ayudarnos. Y en realidad, no pueden, pero no porque no podamos ser
ayudadas, sino que no pueden porque no saben.
En una de mis tantas
recorridas por internet, siempre buscando información, siempre
buscando......., me crucé con una página "Supera tu vaginismo" y lo
primero que leí fue "que tus sueños sean más grandes que tus miedos".
¡Guau!!!! alguien que sin
conocerme me decía lo más importante que nadie me dijo hasta el
momento!!!!!! Creer en mi sueño.
Yo tenía miedo, hoy también
creo saber cuál fue el motivo del origen de mi vaginismo, pero la
verdad, ya no importa ni mencionarlo.
Tengo que hacer que mis
sueños les ganen a mis miedos, y seguí leyendo.
Resulto que quien escribía, no
era ni más ni menos que una mujer que había superado el vaginismo.
¡Que loco! ahí me enteré de
que se supera, tampoco nadie me lo había dicho, claro quién me lo diría, si
nadie sabe nada.
Esta vez, era
distinto, ¡estaba leyendo algo que parecía escrito por mí!
Y me animé, y le escribí un
mail a la autora de la página, preguntándole si estaba vigente la página,
el mail, casi preguntándole si "ella" era real.
Que bueno, que bueno
es tomar la decisión de no cargar con mochilas toda la eternidad, porque me
contesto casi instantáneamente. Y su respuesta cambió la forma de ver mi propia
vida.
Patricia con su
experiencia, su energía, su dadivosidad, su capacidad de
compartir, a la distancia me dio más de todo lo que pude conseguir en
todos estos martirizantes años: me dio esperanza.
Me presentó una serie de
elementos tan básicos, y tan necesarios, indispensables:
Espejo: es
inconcebible no mirarnos, no conocernos, hasta que me enfrente al espejo
no tenía idea de cómo era mi vagina, de cómo era yo. Me hizo
entender que mi universo es más amplio.
Ejercicios de
Kegel: claro, hasta el momento que comencé a realizarlos no sabía que mi
vagina tenía músculos, que se contraían, pero también se relajaban y distendían, no
me conocía!
Aceite de
almendras: no podemos no tocarnos, digo "no podemos" porque no
tenemos que dejar pasar la posibilidad de conocernos a través de nuestro
tacto, de nuestros dedos. Nuestra vagina es nuestra.
Lubricante al
agua: ¿pero cómo? ¿no era vaselina? Nooooo, ni eso saben, vaselina
no!!!! Causa infecciones bacterianas, hoy lo sé. Yo la he usado.
Piso pélvico: cuantas
cosas ignoramos!!!!!!! Tal es así, que todavía no encontré quien se
especialice en el tema por la zona en donde vivo. Sigo insistiendo.
Dilatadores: ¡imposible
imaginar que esto me fuera a ayudar! si yo no puedo!!!! Pues sí, esto es
justamente lo que necesito. Y es todo un capítulo aparte, no solo
por lo complicado que fue encontrar algo que reemplace al kit de dilatadores
que se venden en muchas partes del mundo, y aquí en Argentina no.
Sino que tuve que entrar a un Sex Shop, obviamente por primera vez en mi
vida, y elegir con todo en el mostrador, qué dilatador (en el sex shop es consolador, para otros es
tutor) estaba dispuesta a introducirme. Parece
imposible, pero tenía la voz de Patricia que me decía: "Elegí lo que
te resulte más atractivo, no importa que sientas que no vas a
poder, porque ya podrás". Así que con esa consigna elegí. ¡Elegí
texturas, colores, pude elegir!
Vibrador: ¡ah no!
hasta acá llego!!!! Esta hubiera sido mi primera reacción, allá,
hace un tiempito, antes de entender. Ahora, y después de incluirlo
en mi tratamiento, sé de cuanto me hubiera perdido.
Hacer las paces
conmigo, es fundamental y me hace sentir fuerte para darle batalla a esta
dificultad.
¿En qué etapa estoy
hoy? ¡Pude introducir el primer dilatador,
guau!!!!! fue un antes y un después (como dijimos con Patricia), es apenas
el comienzo, pero juro que empodera. Es saber que el límite ahora lo
pongo yo, y solo yo y mi consciente, de a poco, escuchando a mi
cuerpo, dedicándole respeto y amor, sí, mucho amor.
Pude con el primer
dilatador, con el segundo, todavía no pude completamente, pero como
dije, voy despacio, aprendiendo a escucharme.
Y si bien utilicé el
vibrador, tampoco pude introducirlo por completo, pero me ayuda a
relajarme, créanme, es absolutamente fundamental estar relajada. Y
como me recomendó Patricia: me regalo un rato lindo, aromatizado con
mi hornito de aroma cítrico, luz tenue, linda música, todo eso para mí, y
solo para mí.
Y mientras
tanto, lloro, me río, me divierto mucho. Y disfruto, disfruto
de mí, disfruto de esta nueva etapa en mi vida, esta que recién empieza, y
voy por más.
Por eso, hoy estoy
convencida que ¡Yo Puedo!
Silvana